Ese mensaje fue escuchado en directo por varias decenas de católicos chinos que cruzaron al país vecino para asistir a la misa del Papa, desafiando incluso las prohibiciones de viaje que habían impuesto las autoridades del gigante asiático. Según ha desvelado EFE, muchos ciudadanos chinos llegaron hasta Mongolia cogiendo distintos trenes, «escondiendo su identidad» y «presentándose a la frontera como turistas».