Si Buenos Aires fuera un plato, el centro sería esa porción generosa que se come rápido, de parado y con servilleta en mano. Entre el trajín de oficinistas apurados, turistas desorientados y actores que ensayan el gesto de sorpresa antes de entrar al teatro, hay un plan infalible para los que saben: los bodegones. Sí, porque más allá de la pizza al paso y la fugazzeta chorreante de Corrientes, estas mesas de mantel de papel y mozos con décadas de oficio son una opción suculenta para los que buscan…