En 2005, Chile vivía un auge que lo llevó a un hito cultural inédito: el museo Rodin de París accedió a trasladar parte de la colección del afamado escultor al Museo Nacional de Bellas Artes en Santiago. La exhibición, que atrajo a más de 300 mil personas, sufrió un giro inesperado cuando una de las esculturas, el Torso de Adele, fue robada. El estudiante de arte Luis Onfray Fabres, quien confesó haberla sustraído como parte de un proyecto artístico, la devolvió en menos de 24 horas. Aunque el incidente generó controversia, algunos lo vieron como una gesta artística. Onfray, ahora de 38 años, reveló en detalle al diario The Guardian cómo llevó a cabo el robo y las consecuencias legales que enfrentó, pero aseguró que no tiene intenciones de repetirlo.