Una mañana de primavera de 1970, la modelo Pattie Boyd estaba desayunando en su mansión destartalada de la campiña inglesa cuando recibió una carta marcada como “Urgente”. Dentro del sobre había una nota de amor breve. “Queridísima L”, empezaba la carta, añadiendo después: “¡Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi o hablé contigo!”. A medida que Boyd seguía leyendo, la nota tomaba un tono desesperado: “Si todavía sientes algo por mí… ¡debes hacérmelo saber!”.