La última canción de Taylor Swift aún resonaba en los oídos de miles de fanáticos en el Tokyo Dome el sábado por la noche, cuando la cantante se apresuró a tomar un jet privado en el aeropuerto de Haneda, presuntamente embarcándose en un viaje intensamente analizado para ver a su novio, el astro de la NFL Travis Kelce, jugar en el Super Bowl de Las Vegas.