Traperas que homenajean su estribillo, estrellas del pop que reivindican su letra y miles de jóvenes que replican su coreografía como si estuvieran en 2002. La canción que convirtió a Las Ketchup en un fenómeno global está viviendo este verano una insólita resurrección gracias a la gente que la baila y la goza y la canta.