Juan Ignacio García-Ochoa, subdirector de MARCA: Ser finisher del Maratón de Nueva York te convierte en un héroe durante todo el día. La gente te ve con la medalla y te da la enhorabuena, te choca la mano y hasta te invitan a hamburguesas en muchos restaurantes. En el cariño de su gente reside la magia de una prueba única más allá de sus espectaculares postales. Su mística la tiene más que merecida. Uno se cree un héroe por levantarse todos los días a correr a las 6 de la mañana hasta que se encuentra poniendo la alarma en el móvil a las 3.50 para llegar a la línea de salida.