El verano no termina de bajar la persiana en Nazaré, pueblo portugués, 10.000 habitantes, situado donde se apoyarían unas gafas sobre la nariz de la Península Ibérica. Hay mosquitos que parecen alimentados con anabolizantes y mucha manga corta en una villa que, irremediablemente, ha perdido transeúntes porque es noviembre. El paisaje ha cambiado