Cuando John William Dawson encontró los primeros fósiles a orillas de la bahía de Gaspé, en Quebec (Canadá), en la década de 1850, los consideró restos de árboles en descomposición y los bautizó como la «primera conífera», según reporta Science Alert. Un error comprensible, dada su imponente estructura, pero problemático: los árboles ni siquiera existían en aquella época. Desde entonces, estos enigmáticos organismos han sido clasificados sucesivamente como plantas terrestres primitivas, algas y hongos gigantes…