El 20 de agosto, la agencia espacial rusa (Roscosmos) reconocía que su sonda Luna-25 “cesó su existencia como resultado de un choque con la superficie de la Luna”. Un día antes, había emitido un escueto comunicado que hacía temer lo peor, ya que “se presentó una situación de emergencia a bordo de la sonda robótica que no permitió realizar la maniobra con los parámetros especificados”.