El otro día decidí publicar en BeReal (creo que fue un primer plano borroso de mi cara) porque hacía siglos que no abría la aplicación y quería ver qué con qué andaba la gente. Así que le di a publicar y esperé. Y entonces… nada. Nadie había publicado nada. Solo estaba mi propia imagen de mala calidad, mirándome fijamente, sin que nadie la viera. En pocas semanas, BeReal se había convertido en una ciudad fantasma digital.
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