Desde que dejó la dirección de El Mostrador en 2017, el periodista andaba buscando dónde poner sus energías. Convencido de que el poder ya no estaba en las autoridades ni las instituciones sino al interior de las personas, se capacitó para ayudar a otros en eso: empoderarse. En 2022 abandonó Santiago y se instaló en Pichilemu. Realiza sesiones para quienes desean navegarse a sí mismos, dicta talleres de lectura y hace consultorías a empresas sobre el tema. Tiene un emprendimiento con una tecnología que permite, dice él, “escuchar la música de las plantas”. Se reconoce feliz. “El personaje que yo era ya me incomodaba”, confiesa.