El 4 de junio de este año se cumplieron 24 meses desde el exit de su startup de pagos, y por lo tanto puso fin al periodo de confidencialidad. Tala confiesa que no se arrepiente de haber vendido, pero reconoce que los 12 meses que siguió trabajando en la empresa post venta fueron una pesadilla y que tal vez pudo haber sacado más dividendos. “Lo que no entendí durante mucho tiempo fue por qué una empresa pagaría US$ 20 millones por una startup para luego dejarla botada”, asegura.