Pese a la aprobación por amplia mayoría de los accionistas de Lithium Power International para que la estatal chilena adquiera en US$244 millones el proyecto Blanco, la materialización del acuerdo sufrió una reprogramación ante una extensión en el plazo para obtener el visto bueno para inversiones extranjeras. La “incertidumbre creada para los financistas de proyectos por la estrategia nacional del litio” fue uno de los argumentos que el directorio de la australiana esgrimió a la hora de recomendar en forma unánime la operación.