En su mayoría, enfrentaron situaciones difíciles en 2023 y aguardan con esperanza el próximo año. Perdieron a sus ejecutivos principales, o mostraron resultados financieros o productivos adversos, o enfrentaron decisiones gubernamentales o judiciales que pusieron en entredicho sus operaciones. Todos creen que en el siguiente ejercicio las cosas irán mejor, sobre todo aquellas cuyas vías de solución dependen de sí mismas, más que de otros. El problema está en las empresas que, como las isapres o los casinos, su futuro depende de que el Congreso o la Fiscalía Nacional Económica les dé suficiente viabilidad.