Chile se posiciona ante los responsables económicos españoles y europeos como un país ambicioso y «con apetito» por la inversión extranjera, con el objetivo de que el cercano entramado empresarial de España y Europa fije sus ojos en las oportunidades que presenta su economía a corto, medio y largo plazo, pese a su alejada situación geográfica y su bajo peso demográfico.