Desde la terraza en altura de Katta Alonso, de 70 años, se puede observar de punta a punta la bahía en forma de herradura de Quintero-Puchuncaví (40.000 habitantes; Valparaíso, Chile). El patio delantero de la pintoresca casa es el Océano Pacífico y el trasero, un huerto con árboles de membrillo, manzana y durazno. Pero ella no come los productos que la rodean. No se atreve. No confía.