Aprendimos de chicas a quejarnos, es nuestra manera de llamar la atención. Pero el circuito de la queja profundiza el surco de la carencia y la ingratitud y nos deja emocionalmente drenadas. ¿Resuelve algo?, ¿cómo me quedo después?, ¿es agradable estar al lado de alguien quejoso? Esto no significa que a veces no haya que levantar nuestra voz, pero solemos quejarnos demasiado. Cuando vemos que se empieza a gestar el germen de la queja, funciona llamarse al silencio y observar las emociones. Y después…
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‘ Habitudes: decálogo de actitudes poderosas para este fin de año – Ohlalá