Entre los datos obtenidos por los investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard se observan datos muy significativos al respecto, como que la alteración de los ritmos circadianos tiene una relación directa con la grelina que segrega nuestro cuerpo, la hormona que regula nuestro apetito, que tiende a aumentar cuando no dormimos las horas que necesitamos ni en los horarios que nos conviene.