Hace dos años nadie sabía quién era, o mejor, nadie le hacía ni caso. Pero detrás del trabajo que este año ha mostrado sobre la pasarela de la Alta Costura de París y que lo ha catapultado a la fama, hay un ingente y sostenido esfuerzo de ocho años en los que el hongkonés Robert Wun ha labrado un estilo propio de gran altura que combina respeto religioso por la costura y, más difícil todavía, todo lo que puede destruirla.
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