La foto promocional mostraba a una madre abrazando y besando cariñosamente a su hija. La niña, de unos 8 años, sonreía a la cámara. Con solo deslizar los dedos unas cuantas veces sobre las pantallas de su teléfono, los hombres entraban en una transmisión en directo en la que pagaban 150 dólares por ver a la madre abusar sexualmente de la niña durante 10 minutos. La horrenda actividad no estaba oculta en un oscuro rincón de internet. Estaba disponible para que cualquiera con un iPhone o Android la descargara de la tienda de aplicaciones de Apple o Google.