Para muchos sirios, la caída del presidente Bashar al Asad da la oportunidad —por fin— de intentar descubrir el destino de sus seres queridos que desaparecieron en una tristemente célebre prisión militar que se convirtió en símbolo de los abusos contra los derechos humanos bajo su mandato. Durante más de una década, grupos de derechos humanos y organizaciones de noticias, entre ellas The New York Times, han documentado torturas, agresiones sexuales y ejecuciones masivas…