Cuando el atentado a USA del martes 11 sigue aún sin firma, vemos que la actitud indefinida del gobierno de Bush, afirmada desde tres horas después del horror en todo tipo de amenazas que insisten en la palabra "guerra", y a la que ahora se les ha adjuntado la de "asesinato" selectivo (ver El Mercurio de hoy), ha producido una nueva forma de terrorismo sobre el mundo económico. La baja en las Bolsas y el aumento del precio del crudo han producido pavor no sólo por una inevitable demora en la reactivación económica internacional, sino que por un posible retorno a una recesión aún mayor de la recientemente vivida. De la actitud de USA en este futuro inmediato depende en gran parte el desarrollo de nuestro proceso económico y no se observa ninguna señal que inyecte confianza al mundo occidental. Resulta lo contrario: con actitudes como ésta sólo resultan beneficiados los países productores de petróleo, es decir gran parte del mundo islámico, en especial Afganistán que ha sufrido prolongados problemas para vender el propio, y los especuladores bursátiles que, teniendo conocimiento cercano de las decisiones norteamericanas podrán comprar y vender diversos instrumentos con extraordinario provecho. Resulta notoriamente contradictorio que en este caso no se recurra a la justicia internacional, la que se estaba afianzando progresivamente, como por ejemplo, lo logró el "United Nations International War Crimes Tribunal" con Slobodan Milósevic, por crímenes aún peores desde el momento que hubo atrocidades sistemáticas de por medio y real intento de genocidio. Recordemos que en 1998 las Naciones Unidas establecieron una corte criminal internacional, cuerpo que podría procesar crímenes serios contra la humanidad sin importar quién los hubiera originado o sufrido y los Estados Unidos fueron uno de solamente siete países -- junto con Libia, Iraq, e Israel -- en votar contra su establecimiento, mientras que 120 naciones votaron que sí. KBS. |