Cómo invaden las permanentes imágenes violentas, en el contexto
de un conflicto mediático y globalizado.
La globalización que vivimos permite recibir minuto a minuto información
de relevancia mundial sobre las posibilidades de una nueva guerra. La violencia
es un hecho arraigado en esta evolución tecnocultural de la humanidad
del nuevo siglo.
Los medios de comunicación cumplen una función trascendental
como instrumentos socializadores, con un fuerte impacto en la configuración
de los valores, creencias y actitudes de las personas que se referencian
en ella.
En Estados Unidos se estima que los niños al terminar sus estudios
han llegado a observar unos 8.000 asesinatos y más de 100.000 actos
violentos.
Irreconciliable ha sido el permanente debate sobre la violencia
y los medios de comunicación donde se establecen dos posturas:
Una señala que el manejo de este tema en los medios de comunicación,
es la causa directa de la violencia en la sociedad. Así como graves
perjuicios, sobretodo en niños y adolescentes, que puede llevarlos
incluso a cometer actos de gran agresividad. La otra, postula que los medios
de comunicación son reflejo de la violencia existente en la sociedad,
y por tanto son una consecuencia y no una causa.
El psicólogo social estadounidense Albert Bandura demostró,
a través de diferentes estudios, que el aprendizaje es el que construye
el comportamiento, pero no sólo por modelos reales, sino también
por lo que vemos en películas o programas de televisión.
Si bien Bandura aportó coherencia explicativa, hoy se sabe que la
exposición a escenas violentas no afecta a todas las personas por
igual.
Los efectos que producen los medios de comunicación son multidireccionales,
no van dirigidos a un individuo en particular sino a un segmento o público.
El comportamiento de esa audiencia depende de una serie de variables, que
van desde el entorno social y cultural donde se desenvuelve, su formación,
interacciones, vulnerabilidad personal, entre otros.
La psiquiatra infanto-juvenil del Hospital Clínico Universidad de
Chile, doctora Muriel Halpern, explica que los menores de 12 años
no tienen una comprensión cognitiva capaz de entender los acontecimientos
que se están desarrollando.
La exposición ante hechos de violencia puede afectar su sistema emocional,
ya que el entorno colectivo transmite los miedos, incertidumbres, angustias,
estrés y tensiones que se generan como respuesta normal ante estos
eventos. “Los niños que presentan trastornos lo manifiestan
reaccionando con problemas al dormir, dolores de cabeza, de estómago,
mayor irritabilidad y angustia”.
La televisión debe ser utilizada como un instrumento que acerca esa
realidad a los niños de manera didáctica. El rol de los educadores
y de los padres es modificar los hábitos y las conductas de riesgo
a través del aprendizaje. “Una buena orientación, con
un lenguaje comprensible por los niños permite una mirada más
empática a los mensajes que los medios de comunicación entregan”,
explica la especialista.
En períodos de conflictos, cargados de imágenes violentas
y agresivas, además de un ambiente de preocupación por estos
acontecimientos graves, con gran cobertura medial, los niños necesitan
apoyo y orientación de sus padres. Esta actitud, y el control de la
posible sobreexposición a imágenes de este tipo son una medida
saludable y recomendable para los menores.
El Hospital Clínico Universidad de Chile cuenta con especialistas
en psicología y psiquiatría infanto-juvenil que pueden orientar
a padres y profesores en el manejo de estas materias.