En nuestro país
la hepatitis es preocupación permanente y
un problema de salud pública. Tanto así que en los últimos
días algunos parlamentarios han planteado la urgencia por asegurar
la cobertura del diagnóstico y el tratamiento del virus C.
El hecho
lleva a pensar que la información adecuada puede ser un instrumento
de prevención para confrontar los riesgos implicados en esta enfermedad,
muchos de los cuales dependen de la responsabilidad de cada persona.
De
acuerdo con los especialistas, la hepatitis es una inflamación
del hígado, que puede producirse por infecciones especialmente
virales, sustancias tóxicas o fármacos. La sustancia tóxica
que más frecuentemente daña al hígado es el alcohol:
su ingestión excesiva puede causar un daño agudo y en caso
de ser en gran cantidad y mantenida en el tiempo, el paciente corre el
riesgo
de sufrir una cirrosis alcohólica, irreversible.
En general las
hepatitis virales tienen manifestaciones semejantes y en todas ellas
existe una proporción de infecciones asintomáticas. Habitualmente
comienzan con fiebre leve o moderada, decaimiento, falta de apetito
y trastornos digestivos vagos.
Los virus que
infectan al hígado
por su parte, son de distinto tipo y pueden actuar a través
de varios mecanismos, produciendo un conjunto de alteraciones que
van desde infecciones transitorias asintomáticas
hasta la generación de cáncer hepático.
Actualmente
se conocen a lo menos seis variedades de hepatitis, siendo la A
la más común en Chile y que se relaciona directamente
con la higiene. Las del tipo B y C se contraen por medio de sangre
y productos
sanguíneos contaminados, relaciones sexuales y de la madre
al recién
nacido durante el parto. La D es producida por un virus incapaz de
replicarse por sí mismo, se descubrió que requería
de una co-infección
con el virus B para transmitirse.
Los virus A
y E tienen en común que se adquieren por vía
digestiva.
El primero, es un enterovirus, bastante estable a las condiciones ambientales.
Se transmite a través de manos, agua y alimentos contaminados con
deposiciones que contienen el virus.
Su frecuencia está muy vinculada con el nivel sanitario de la comunidad.
La infección suele producirse durante la infancia.
El virus E,
a diferencia del primero, provoca brotes epidémicos por
consumo de aguas contaminadas y puede ser muy severo en la mujer embarazada.
Si bien se desconocen las causas, hay estudios que señalan que el
virus estaría actuando a través de un daño a nivel hepático
y renal.
La infección con los virus hepatitis A y E se produce por vía
fecal- oral y el período de incubación es de 15 a 45 días.
“
Existen exámenes de laboratorio que se realizan con una muestra de
sangre, en la cual se estudian anticuerpos específicos producidos
en el organismo y que son útiles para diferenciar por un lado el virus
responsable y por otro, si la hepatitis es aguda o sucedió en el pasado.
Mientras la infección con el virus hepatitis A es el responsable de
la mayoría de las hepatitis agudas en población joven, en nuestro
Laboratorio hemos encontrado el virus E en forma esporádica, en alrededor
de un 4% en población sana del Banco de Sangre, en algunos pocos casos
de hepatitis aguda, aunque su presencia está aumentada en casos de
hepatitis autoinmune. Por eso que es muy importante realizar los estudios
serológicos adecuados que permitan evidenciar específicamente
el agente viral responsable en cada caso”, explica la Jefa del Laboratorio
de Gastroenterología del Hospital Clínico de la Universidad
de Chile, la químico farmacéutico Dra. Carmen Hurtado.
“A diferencia de otros virus, las hepatitis A y E originan una infección
autolimitada en el tiempo y no requieren tratamientos específicos.
Habitualmente son benignas en su evolución y en menos del 1% de los
casos producen una hepatitis fulminante de mayor gravedad. Cuando la infección
por el virus E se produce en el embarazo se incrementa la tasa de mortalidad
de un 10 a un 20%. La mayoría de las personas infectadas con estos
virus son asintomáticas y se estima que sólo un 25% manifiesta
los síntomas”, señala la viróloga del mismo Laboratorio
Dra. Gabriela Muñoz.
Para los expertos
del Hospital Clínico de la Universidad de Chile,
la edad en que ocurre la infección también es un aspecto importante
a considerar en la hepatitis A. En la infancia el porcentaje con manifestaciones
clínicas es menor, en cambio en los adultos es más sintomática,
afectando al
50% de los casos involucrados.
En la actualidad,
los cuadros de hepatitis aguda A están apareciendo
más tardíamente con respecto a años anteriores, presentándose
en sujetos de más de 20 años, a diferencia de lo que se veía
hace una década, en que la infección era más frecuente
en la infancia. Estos cambios son atribuibles a las medidas higiénicas
que se adoptaron en el pasado en la manipulación de alimentos frente
a la infección del cólera, al mayor conocimiento de estas infecciones
por la población y a las mejoras sanitarias.
Para
el diagnóstico de la hepatitis A y E la Sección de Gastroenterología
del Hospital Clínico de la Universidad de Chile cuenta con todas las
técnicas de estudio virológico, vacunas contra los virus A
y B y un staff de profesionales y especialistas de reconocido prestigio nacional.