El zapato cumple el rol de “proteger” al pie y no “formar” el
pie, como afirma la publicidad. Desde el punto de vista de los especialistas,
el zapato ideal es el más amplio, blando y liviano, o sea cómodo,
desde que los niños inician su jornada escolar, siempre y cuando se
trate de un “pie sano”.
Para
el traumatólogo del Hospital Clínico Universidad de Chile,
doctor Enrique Testart, un zapato restrictivo y rígido puede dañar
la estructura del pie. “El hecho de que el pie esté restringido
con el zapato puede generar deformaciones ósteo-articulares”,
señala.
En el caso de usar terraplén, éste no induce a tales deformaciones
porque la altura es simétrica. Sin embargo, expone al usuario a caídas
más fuertes y las torceduras son más graves, pues se producen
desde mayor altura. Los esguinces y fracturas son más frecuentes.
Las puntas de acero, propias de los zapatos de seguridad, no
causan mayor daño en el pie, pero si el zapato es restrictivo puede
causar problemas.
“No necesariamente el precio del calzado incide en el buen desarrollo
del pie. El zapato ha sido un objeto creado por nuestra sociedad civilizada
y en la medida que se agregaron más elementos y se fue tecnologizando,
se perdió el horizonte de las funciones del pie, haciéndolo más
débil. En los zapatos escolares es importante tener presente que deben
ser cómodos y si el pie queda en toda su amplitud no debería
hacer daño”, afirmó el doctor Testart.
El Hospital Clínico Universidad de Chile cuenta con un Servicio de
Traumatología y especialistas en sus Centros Médicos de Vivaceta,
El Salto y Badajoz, que pueden orientar a los padres en el cuidado óseo
muscular de los niños.