Católicos de todas las edades se reunieron en la Parroquia Inmaculada Concepción de Colina, y con velas encendidas, dieron inicio a una caminata circular por distintos sectores de la comuna, que hacía recordar el camino de Cristo hacia la cruz.

Deteniéndose en cada estación para escuchar la palabra de Dios y rezando constantemente mientras se avanzaba en el camino, los fieles dieron muestra de su fe y recogimiento.
Pese a la lluvia que se había registrado durante el día, la asistencia no disminuyó en comparación a años anteriores y aunque el camino estaba húmedo y lleno de posas, a nadie pareció importarle. El motivo que les reunía era lo único que importaba.

La procesión estaba encabezada por unos acólitos, que guiaban el camino. De ahí el primer grupo de gente, que debían ser señoras con niños o adultos mayores, para que se anduviera al paso de ellos y no se los dejara atrás.

Al medio, un grupo de varones, que podía ir rotando en cada estación, cargaba una cruz. Y luego, el párroco Carlos Gutiérrez, acompañado por el resto de los acólitos, guiaba el recorrido y rezaba con la ayuda del diácono que iba más atrás en un auto que amplificaba sus voces, seguido por la mayor cantidad de fieles.

Por el camino, mucha gente esperaba la pasada del vía crucis, no sólo con su presencia en las veredas, sino también con hermosos altares, de distintos tamaños y formas, que habían sido construidos por ellos, como muestra de su fe.
Cuando ya se estaba por terminar el recorrido y volver a la parroquia, hubo que empezar a detenerse más seguido que lo esperado, pues si no, se acabaría el camino antes que las estaciones. La última se reza en la parroquia.

Un poco de descoordinación se vio, cuando el padre Carlos indicó detenerse y los acólitos que guiaban siguieron caminando y quedaron en el medio de la carretera General San Martín con la Avenida Concepción, por lo que debieron devolverse para reunirse con el resto del grupo.

Luego el padre pidió que se fueran por la vereda para evitar algún accidente, pero ellos ya habían avanzado al medio de la calle, entonces decidieron tomar la vereda del frente, lo que les costó un llamado de atención para que tomaran el camino correcto pues "la parroquia está al otro lado".

De todos modos, cabe destacar el buen comportamiento de los asistentes, que demostraron que viernes santo es un día de recogimiento y por esto, hasta los niños siguieron con respeto cada momento del vía crucis.

La seguridad estuvo resguardada por jóvenes pertenecientes a la parroquia y la Brigada de Rescate. Estos últimos se encargaron de detener el tránsito cuando era necesario atravesar alguna calle o dar espacio para que pasaran los vehículos cuando la gente estaba detenida.

MACARENA TARRASON