Quizás para algunos, pero no es el caso de este grupo que más que un grupo familiar parecen un grupo de amigos.

Llegaron el 10 de octubre de 1997 para acentuar la riqueza del barrio y cooperar, con sus extraordinarios sentidos del humor y enorme cultura, al desarrollo de la alegría de Chicureo.

Eduardo, como cualquiera puede suponerlo después de conocer sus canciones, está lejos de ser una persona "normal", y aún más, está lejos de ser un músico "normal": nadie tiene claro si conoce Chile porque canta o si canta para conocer Chile. Goza presentándose ante los públicos menos comunes y en los escenarios más insospechados de los lugares más recónditos, muchas veces compartiendo las inclemencias del clima con admiradores que deben recorrer kilómetros por esos caminos imposibles del Chile virgen (tal cual era el Camino a Chicureo en invierno, antes de la llegada de la civilización).

Como artista, y famoso además, es de una sencillez que resalta en su medio, sin embargo su eventual mordacidad o aparente distanciamiento del mundo, sólo disimulan una profunda timidez.

Paulina Krebs y Eduardo se casaron hace muchísimo, pero muchísimo tiempo atrás. Tanto tiempo que ya lo olvidaron y quizás por eso parecen pololos. Paulina es "Orientadora en Relaciones Humanas y de Familia" y, entre muchas otras cosas, su filete al horno es insuperable, al igual que su PiscoSour, al que sólo se aproxima el de la RePizza.

En la foto superior, Paulina aparece de espaldas y es la cara de la luna. La fotografía corresponde a la carátula de "Morir en el Amor", uno de los álbumes de Eduardo. Paulina, no hay para qué decirlo, es regia, sorpresiva, incisiva y, oye, qué buena para reírse.

El hijo mayor, Gabriel, es un misterio. Está terminando Ingenería en la Católica y se destaca por su altura y calma. Introvertido, más bien callado, intenta vanamente pasar desapercibido y disimular que es un brillante músico y guitarrista.