Por fin Colina tiene una perspectiva clara de un Plan Regulador que, aunque todavía en ciernes y con numerosos errores, es resultado de un gran trabajo, serio y creativo, que permite comprender y admirar el enorme auge de la Provincia y en especial del valle de Chicureo, zona donde se concentran la mayor cantidad de proyectos de inversión, que superan por mucho la decena de miles de millones de dólares.
Este auge, hasta la fecha, es único en Chile, y cualquiera podría preguntarse a qué obedece. Cuando hace 12 años, sin ninguna perspectiva de desarrollo urbano, nosotros --como pioneros "afuerinos"--, llegamos a vivir aquí, lo hicimos sin ninguna pretensión de hacer un buen negocio con bienes raíces ni con ganas de ganar dinero, sólo felices con los US$ 500 que costaban nuestros 7.800 m2.
Levantamos
una casa de adobe que nos obligó a excavar una cantidad más
o menos enorme de tierra (unos 200 m3), y mientras lo hacíamos no podía
dejar de pensar que en ese suelo había oro... Y resultó que
sí lo había. Es la razón por la que la imagen de la izquierda
es el fondo de la mayoría de nuestras páginas: la tierra.
Y no es oro en el sentido estrictamente monetario, ya que uno no se construye para vender porque mejoró el valor del suelo, sino porque los mismos motivos que lo impulsaron a uno a abandonar Santiago son los que motivan y sustentan este auge. Santiago es, mayormente, una urbe muy bella, pero insostenible, invivible si no quieres dejarte atrapar por una maquinaria de trabajo y diversión que tiene muy poca relación con la tranquilidad, el trabajo creativo y el descanso.
Se necesita de otro Santiago, un Santiago del nuevo milenio, de la nueva era, en que los antiguos parámetros urbanos ya no son válidos. Comenzamos a vivir una sutil mezcla entre lo natural y tecnológico que permite mayores distancias --porque estamos más cerca--, donde el computador y el huerto en el jardín conviven en simbiósis, permitiendo que la expansión urbana sea ecológicamente equilibrada y muchísimo mas afectiva con el medio ambiente que la urbe y la agricultura tradicionales.
En el nuevo Plan Regulador podemos ver cómo se interrelacionan la industria y la vivienda con lo rural, grandes espacios interconectados con vistas hacia lo amplio de este valle que mira al norte, con mejor luz en invierno, con una cordillera menos imponente pero más accesible, pero también, con un clima algo más rígido por ser menos encajonado y protegido que Santiago.
Aunque el Director de Obras, Cristián Schiefelbein, Arquitecto de la Universidad Católica de Valparaíso y con estudios de Postgrado en Inglaterra sobre Asentamientos Humanos, dice no haber aplicado los conocimientos más vanguardistas adquiridos en el extrajero, no deja de notarse en el Plan un concepto espacial diferente que puede haber influido en los demás participantes.
En menos de diez años seremos diez veces más habitantes que hoy o más. La cifra esperada es de 600.000, con una densidad mayor de 74 habitantes por hectárea en las Zoduc. ¿Parece mucho? Es la misma de Santa María de Manquehue o de La Dehesa, pero mucho más accesible para el ciudadano medio que así puede optar a estándares de vida verdaderamente sanos.
Sin embargo en este Plan quedan dos problemas que merecen nuestra consideración: la exclusión de Colina Centro que ha quedado con pésimos accesos desde el resto de la provincia y la exclusión de un importante segmento: el de los matrimonios jóvenes, técnicos o profesionales, o, a la inversa, aquellos de la tercera edad, que requieren de departamentos en edificios a mediana altura, con amplias areas verdes, los que se ajustan en forma coherente a ciertas cotas de los lomajes más escarpados. ¿Por qué incluirlos? Para que el todo sea más armónico y todos estén más distantes pero mucho más cerca.
Cuando peleamos contra el MOP, o con otro por alguna situación puntual, no es porque alguna decisión ineficiente amenace el futuro de Chacabuco, sino porque no queremos que nadie ensucie con mediocridad nuestro futuro.
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Editorial de Septiembre