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Publicado en Noticias el Jueves 26 de Mayo, 2016

Sigrid Alegría “No soy una blanca paloma”

Fuente: Suplemento

Por Claudia Guzmán V. Fotografías: Sebastián Utreras. Agradecimientos a if blanco, www.blancorecoleta.com.

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La reconocida y transgresora actriz habla de su proceso de divorcio: “Hubo varias gotas que rebasaron el vaso”, dice.

Sigrid Alegría tenía 12 años y, al revés de cualquier adolescente, no quería destacar. No quería imponerse ni hacerse notar:

-Yo le pedía a mi mamá que me dejara teñirme el pelo oscuro -recuerda sobre sus años en el Colegio Suizo, después de regresar a Chile tras el exilio de sus padres-. No quería ser más colorina, yo quería ser normal.

-¿Por qué no se sentía normal?

-Uf. Por dónde empiezo… Primero, nací colorina. O sea, cualquier aventura que nos mandáramos en el colegio o en cualquier parte, la colorina era la que se iba a inspectoría. Después, siempre fui extranjera: en Alemania era chilena, en Holanda era alemana y en Chile era europea. Siempre fui distinta. Después, salí del colegio y me dieron permiso para hacer un año sabático, cosa que en esa época no estaba permitida… Y hablaba varios idiomas, cosa que antes de que existiera Internet también era raro… Después fui actriz, que ya es raro; y después fui famosa. Entonces, qué esperaba… ¿Pasar piola por la vida? No, pues, tuve que asumir no más.

-¿Qué asumió?

-Que tengo algo que mi maestro Gustavo Meza bautizó como “presencia escénica” -ríe-. Imagínate, después de tanto cuestionarme, él me dijo, “lo que pasa con usted es que tiene presencia escénica, mijita”… Y sí, es verdad. A veces lo disfruto y a veces me complica un poco. Pero he aprendido a convivir con eso, después de varias terapias, déjame decirte.

Sigrid Alegría hoy tiene 41 años, tres hijos -de 18, 6 y 4 años- y un turbulento proceso de divorcio en marcha con el padre de los dos menores, el productor musical Juan Andrés Ossandón. Tras su separación, dada a conocer mediante un comunicado en octubre de 2013, él la demandó para hacerse cargo de la tuición de los niños.

-Existe esta demanda que puso él que, finalmente, pone en duda mi capacidad de habilidad parental.Toda la primera parte fue tratar de resolver la duda, de cómo estaba yo, de cómo estaban los niños, de cómo estaba él. Mucho peritaje que ahora me imagino que se verá cómo se resuelve.

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Del reencuentro en Mega con la directora María Eugenia Rencoret: “Ella sabe que para estar conmigo hay que saber estar en las buenas y en las malas”, declara.

-¿Cómo se tomó usted ese cuestionamiento?

-Es súper molesto, es incómodo, es una piedra en el zapato -declara, con prudencia, la mediática actriz.

Años de infelicidad

Sigrid Alegría se casó con Ossandón en enero de 2010 en una ceremonia que ella definía entonces como “soñada” en el Castillo Hidalgo del cerro Santa Lucía. Se habían conocido en el programa de TVN “El baile” (2008), justo antes de que ella comenzara a ganar una irrefrenable notoriedad por las teleseries “Dónde está Elisa?” y “El laberinto de Alicia”. En ese lapso llegaron sus hijos Luciano y Baltazar, que se sumaron a Alonso que entonces ya tenía 12 años de edad.

-Yo tenía el sueño de tener esa familia donde no faltara nadie: hartos hijos, mamá, papá -dice Sigrid, que vio a sus padres separarse cuando ella tenía 4 años de edad.

El régimen de matrimonio era de participación de gananciales, donde todo lo que ellos tenían hasta que contrajeron el vínculo era de propiedad personal y todo lo que vino después era propiedad común. Aunque hoy la actriz no quiere entrar en los detalles específicos de las razones que llevaron al quiebre, la prensa de la época consigna que los negocios de Ossandón comenzaron a andar mal. En septiembre de 2013, Las Últimas Noticias da cuenta de que su emprendimiento fondero La Cumbre del Rock arrojó pérdidas cercanas a 30 millones de pesos. Luego una cantante llamada Carolina Molina denunció que Ossandón le había realizado “insinuaciones que un hombre casado no debe hacer”.

-Hubo varias gotas que rebasaron el vaso -acota con cautela Sigrid.

Tras la separación, él la demandó por la tuición de los niños y ella contrademandó por pensión. Solo un año después, en noviembre de 2014, Sigrid declaró a CHV: “Este señor tiene deudas con otras personas que me involucran a mí”. Y al mes siguiente LUN publicó que las deudas llegaban a 130 millones y se hizo público el diferendo que tenían por la casa que compartían en Los Dominicos. El abogado de la actriz, Ignacio Méndez, lo resumía así: “Nos interesa que el único patrimonio que ellos han forjado en términos comunes, que fue una casa, no sea puesto en riesgo a consecuencia de las acciones provocadas por el señor Ossandón”.

-¿No ha pensado demandarlo por perjuicio económico?

-No es mi estilo -dice la actriz-. Yo resuelvo las cosas de otra forma. Y nunca me había visto en esta situación… Pero la verdad es que hasta el minuto solo me he visto dando explicaciones…

Sigrid Alegría, la colorina de nacimiento, la extranjera ubicua y la actriz famosa, dice que ya hay explicaciones que no se quiere tomar el tiempo de dar. Le tocó darse cuenta de eso hace un par de años, cuando quiso que sus hijos entraran a un colegio tradicional y recibió por respuesta un “no”.

-Me decían: (recibimos) a su hijo, feliz, pero usted como apoderada no cumple con lo que nosotros anhelamos como grupo. Lo encontré tan discriminatorio.

-¿Qué les respondió usted?

-No me pareció correcto entrar a defenderme si no eres bienvenida. Me imagino que hay ciertos prejuicios o … No lo sé… No pregunté, la verdad.

Las explicaciones que Sigrid quiso ahorrarse en esos colegios más tradicionales se refieren precisamente a por qué ella es como es. Por qué, por ejemplo, tras conocerse de su separación matrimonial se embarcó en una relación con un joven 20 años menor, por qué se candidateó para reina del Festival de Viña del Mar y por qué, una vez coronada, se lanzó a la piscina luciendo su cuerpo pintado.

-Tiene claro que ahí se la estereotipó como “la típica recién separada”.

-Es que la recién separada no estaba na’ tan recién separada. La separación estaba dentro de la casa hacía varios años ya. La separación es un proceso que vive en años, no es tan fácil como decir “hoy soy feliz” y al día siguiente, “me aburrí”.

-Dicen que las mujeres a diferencia de los hombres hacen el duelo estando en la relación. Rompen cuando ya no hay remedio.

-Conozco de todo.

-¿Y en su caso?

Sigrid-Alegría-3-En mi caso hubo factores que finalmente me hicieron sentir que era un alivio salir de ahí, por lo tanto salí de esa relación bastante contenta. No salí a llorar. Salí tranquila, porque ya había vivido un proceso súper honesto. La infelicidad venía desde antes. Pero lo más importante era que había un proyecto también, hijos de por medio. Entonces, uno está mal un día y después se vuelve a contentar, piensa que es algo temporal… Y como hay un compromiso, son años de pensar, de analizar y, finalmente, decidir.

-¿La retenía el sueño de la familia tradicional?

-Sí, era lo principal. Era a lo que yo estaba apostando y estaba invitando. Y me parecía que había que darle prioridad a esa posibilidad. Pero bueno, no resulto así. Y la familia que tienen hoy (mis hijos), la verdad es que yo los veo felices. Están conmigo, ven a su papá en las visitas. No les pasó nada -ríe-.

Luego, más seria, agrega:

-Entonces, la familia ideal era más bien un sueño mío, no más.

-¿Le pasó algo a usted?

-Yo sigo soñando, igual. Creo que es una meta que tengo que aprender a quererla sin ninguna ansiedad. Me falta la mitad de la vida todavía, tengo 41, no más. No estamos para abandonar sueños todavía.

-¿De qué se cuidará ahora?

-De conocer un poco más (al otro). Porque la ansiedad de querer un futuro ideal, finalmente, te invita a vivir más en el futuro que en el presente, y eso sí lo solté. No tengo apuro, ya no.

Vuelta al origen

En la búsqueda de un colegio para sus hijos, Sigrid llegó hasta el Pucalán. Establecimiento Montessori ubicado en Colina, lo que la hizo a ella y sus niños cambiar de residencia hacia un condominio en la zona de Liray.

-La naturaleza es muy importante. Nos despertamos con pajaritos, tenemos vida de comunidad, conocemos a la gente del pueblo. Somos muy felices allá -declara-. Yo, en Holanda, había estado en un Montessori, y cuando llegué a Chile, al Colegio Suizo, que era muy exigente, lo extrañé. Entonces, me gustó la idea de llegar a este colegio donde me reciben con los brazos abiertos y con la invitación de ‘pruébalo, inténtalo, porque esto no es guardería, somos un equipo’. Me acomoda que la evaluación no tenga que ver con que si tienes buena memoria o no. Me parece que la inteligencia emocional es lo que te permite defenderte en la vida, más allá de si sabes las fechas, los nombres, los lugares. Y, la otra clave a la que apuesto, es a que se fomente ser inquieto, ser preguntón, el querer saber, y eso viene de la mano con reconocer que tú no sabes, y que no tienes miedo a preguntar.

En lo profesional, por estos días Sigrid acostumbra a tomar cada día la ruta Norte-Sur para trasladarse a su nuevo lugar de trabajo: Mega. Llegó al canal después de pasar por Canal 13 y TVN, y ahí vuelve a tener otro reencuentro que la devuelve al origen: con María Eugenia Rencoret, la directora de teleseries que en su juventud la llamaba al final de cada semestre de escuela para integrarse a la TV, y que ella pospuso hasta que terminó de “entender” lo que era la actuación, y a relacionarse con esa “presencia escénica” que su maestro le diagnosticó.

-La Quena era más porfiada que yo. Me invitaba al final de cada semestre, y cuando terminé la carrera, me volvió a invitar. Pero entonces le dije ‘tampoco ahora puedo, porque estoy embarazada’ -recuerda sobre la llegada de su primer hijo, Alonso, hoy de 18 años y fruto de la relación con su colega Andrés Velasco-. Me dijo: “Bueno. Ten tu guagua y vuelve”. Y así lo hice. Y tenía tantas ganas de hacerlo bien, que logramos cosas entretenidas.

-Su salida de TVN en 2013 fue sorpresiva, usted era la mujer fuerte de las teleseries y se iba a la competencia.

-Fue duro. Lloramos harto con la Quena, la verdad. Pero claramente las cosas no estaban bien en el canal, por algo terminamos yéndonos todos. Yo fui una de las primeras no más, pero ese espectáculo se veía venir.

-¿Se veía venir la crisis que se vive hoy?

-Sí, porque se estaba tratando de comprobar que no era tan cierto que el área dramática tenía una importancia tan absoluta, que las teleseries podían influir en el noticiero, en el matinal y en la parrilla completa. Teniendo esa duda sobre la mesa era bien difícil llegar a acuerdos.

-¿Sintió que no se la reconocía?

-Siendo súper cruda, bien al grano, recuerdo que me dicen: ‘Mira, tenemos que renovar contrato, ¿pero tú cachái que estás sobrevalorada, no?’. Y eso no solo me pasó a mí. Pasó a todo nivel: técnicos, productores, la casa completa se tiñó con esa duda. Y con esa duda no tenemos mucho más que decir. A cambio, estaba Canal 13 que vivía un renacer y que apostaba todo a las teleseries (como “Mamá mechona”, que ella protagonizó).

-Y eso que usted venía de “Dónde está Elisa?” y “El laberinto de Alicia”, donde fue puntal.

-Por eso mismo yo creo que el canal (TVN) se vio tan gordito, tan firme y tan sanito, que quisieron probar a ver si de verdad las teleseries eran la comida principal o no. Por algo la Quena se vino para acá con sus proyectos y sus equipos, y Mega empezó a tener otro color.

-¿Cree que se sobreexpuso en la promoción de “Mamá mechona” con lo del reinado de Viña?

-Eso fue una consecuencia de mi compromiso con esa teleserie. Y recuerdo que, como soy una persona que anda con la verdad por delante y con el corazón sobre la mesa, cuando me preguntaron si me podría presentar como reina para el Festival de Viña, porque era la mejor campaña promocional que se podía hacer, mi respuesta fue “¿están seguros? Porque yo no soy ninguna blanca paloma”.

-¿Por qué lo dice?

-Porque es verdad. Si tú miras para atrás, nunca lo fui. O sea, yo empecé en esto de ser conocida siendo madre soltera. Tengo vida. Lo que pasa es que parece que la gente famosa no puede tener vida. O no se equivocan, no aprenden, nacieron sabiendo. ¿Cachái? Yo sabía que iba a pasar todo lo que pasó. Que iban a decir que estaba recién separada, que tenía una pareja más joven, “¡teniendo 3 hijos!” -parafrasea con tono de espanto- … Tampoco fue tanto más. Y, bueno, también sabía que con el tiempo se le iban a poner paños fríos al asunto y que lo iba a poder hablar así, con tranquilidad.

-¿Sentía que usted era un riesgo para el canal?

-Mira, sí, pero no… Por ejemplo, nuestra amiga Quena Rencoret tiene los pantalones súper bien puestos y ella sabe que para estar conmigo hay que saber estar en las buenas y en las malas. Conmigo hay que tener garra. Como yo la tengo, también. Canal 13 era un lugar que yo no conocía mucho, no sabía si iba a tener la fortaleza de aguantar lo que somos yo y la gente que me acompaña (laboralmente) hace años: nosotros andamos con la verdad. Y no es tan fácil andar así en la vida. Entonces, quizás el canal se asustó en un momento. Primero les gustó, lo usaron, lo disfrutaron y después se empezaron a asustar. Ahora, siendo como soy, tú comprenderás que no es primera vez que lo veo tampoco. Yo siempre he sido así. Veo que la gente que está a mi alrededor, primero, se agarra la cabeza y, finalmente, dice “eres una grandiosa”.

-Bien kamikaze la actitud.

-Me gusta el vértigo, la verdad es que sí. Así me salen las cosas; si no, me aburro.

-¿Y dónde están sus límites?

-En la gente que me rodea y me quiere. Ellos me dan consejos y yo los escucho. Escucho lo que me dicen y lo que no me dicen. Porque, por ejemplo, con dos hijos chicos hay que fijarse más bien en su actitud: si un día amanecí más mal genio o enferma, y veo en sus caras que les molesta, pongo la pata en el freno. Y se los agradezco, porque basta eso para mejorar; es cosa de cambiar la postura y la forma de respirar. Entonces, escucho y veo harto. Porque, de verdad, de todas las cosas mías que parece que transgreden la normalidad, ninguna es a tontas y a locas. Está todo muy pensado, al punto de que quiero hacerlo así. Es una decisión.

“La separación estaba dentro de la casa hacía varios años ya. La separación es un proceso que vive en años”.

“La ansiedad de querer un futuro ideal, finalmente, te invita a vivir más en el futuro que en el presente”, dice sobre su aprendizaje en el amor.

“Lo que pasa es que parece que la gente famosa no puede tener vida. O no se equivocan, no aprenden, nacieron sabiendo”.

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