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Nadia Cabello 

Chile avanza rápido hacia el envejecimiento. Lo demuestra la última Encuesta Casen, que revela que la cantidad de adultos mayores de 60 años aumentó 9,3%, entre 2011 y 2013. En esas condiciones, mantener la salud de esa población y conocer cómo realizan sus actividades diarias es fundamental.

Pero las últimas cifras de la Seremi de Salud RM revelan que de los 593 mil mayores de 65 años que se atienden en consultorios de la capital, poco menos de la mitad (47%) se ha sometido a la prueba de funcionalidad, que es parte del examen de medicina preventiva que se realiza gratis a la tercera edad.

Una cifra bajísima, dice el past president de la Sociedad Chilena de Geriatría, Juan Carlos Molina, considerando que el test es clave para detectar cuánta y qué tipo de ayuda requiere una persona en sus actividades diarias. “Los datos demuestran que claramente la cobertura es deficiente y esa es una falla del Estado. Sobre todo, cuando los adultos mayores siempre expresan que su mayor miedo es convertirse en una carga”, explica.

Y entre los que sí han sido evaluados, las cifras no son mucho más alentadoras: en la RM hay 77 mil mayores de 65 años que ya son o tienen un alto riesgo de dependencia, es decir, una de cada ocho personas de la tercera edad cada día sufre problemas para, por ejemplo, bañarse, tomar sus medicamentos o preparar sus comidas.

De ellos, un grupo de poco más de 9.700 personas ya se encuentran con una dependencia grave o total. Esto significa que necesitan de otra persona para sus cuidados más básicos.

El doble de mujeres que de hombres está en esta condición, aunque ellas son quienes más se evalúan, por lo que “podría haber aquí una enorme cifra negra, de personas dependientes que no conocemos”, explica Manuel Pereira, vicepresidente del Instituto de Envejecimiento.

Para él, actualmente, hay dos falencias en cómo la sociedad está tratando actualmente a los adultos mayores: “El Estado tiene que actuar, pero no lo ha hecho. No sacamos nada con alargar la vida si no vamos a poder acompañar a esas personas en sus últimos años”, dice y agrega que, además, las familias “no saben tratar con adultos mayores. Les da miedo que salgan a la calle y los dejan en la casa, los acuestan y eso, al contrario de hacerles bien, les hace ir perdiendo su funcionalidad”.

Esas realidades varían mucho de acuerdo con la comuna que se observe. Por ejemplo, en Tiltil o San José de Maipo, más del 80% de los adultos mayores se ha realizado el test de funcionalidad, mientras que en otras como La Cisterna o San Ramón esa cifra cae bajo el 17%. Con todo, Macul, donde cerca de la mitad de su población de tercera edad se ha hecho la prueba, el 28% es dependiente o tiene riesgo de serlo.

Para enfrentar esa situación, en los municipios están creando distintos programas, sobre todo para que adultos que están solos no pierdan su funcionalidad de manera total. Así, por ejemplo, desarrollan sistemas de telefonía o mensajes de texto a través de los cuales se les recuerdan sus citas médicas o qué medicamentos deben tomar, como ocurre en Lo Barnechea.

Su alcalde y presidente de la comisión de Salud de la Asociación de Municipalidades de Chile (Amuch), Felipe Guevara, reconoce que “el envejecimiento de la población es un desafío del que las alcaldías no se pueden olvidar”.

Macul
Los adultos mayores de esta comuna aparecen con la más alta dependencia: 28%.

2025
es el año en que la cantidad de adultos mayores será igual a la de menores de 15 años.

9.703
mayores de 65 años de la RM tienen una dependencia grave o total.

67%
de quienes se han realizado el examen de funcionalidad gratuito son mujeres.