A partir de la década de los noventa, Chile
experimentó el periodo de mayor transformación y adelanto
en materia de infraestructura. Luego de analizar el déficit
en esa materia y los costos por pérdida de competitividad que
ellos generaban, el gobierno de la época tomó la decisión
estratégica y consensuada de resolver el problema mediante la
creación de una alianza público privada, permitió la
inversión, a través del sistema de concesiones, de grandes
capitales privados para obras de gran envergadura y complejidad, tanto
desde el punto de vista de la ingeniería requerida como de su
financiamiento; sistema que a la vez permitió desviar estos
recursos a otros de mayor rentabilidad social. De
paso, de esa forma se dio salida a un gran problema: un déficit
valorado en US$ 11.000 millones
en esta materia, que por lo demás representaba
un serio obstáculo para un país que había apostado
por abrirse al mundo, para lo cual requería de la infraestructura
que estuviera a esa altura. Para
ello fue necesario hacer cambios legislativos tendientes a introducir
las modificaciones que se requerían para emprender esta nueva
iniciativa y se crearon las estructuras en el Ministerio de Obras Públicas
para administrarla. Tras más de una década de esta decisión país,
los frutos son los siguientes: US$ 6.000 millones en inversión,
el nacimiento del mercado de los bonos de infraestructura que desde
1998 a la fecha ha implicado la colocación de recursos por más
de US$ 3.000 millones bajo esta modalidad, generación de empleo
y una inyección de dinamismo y desarrollo de la industria proveedora
de la construcción. Cuatro
puntos clave que sin duda sufrirán un fuerte impacto
el próximo año cuando concluyan los trabajos de las autopistas
urbanas y para muchos con ello también se cierre un ciclo. Por
eso, hoy parece urgente una nueva mirada estratégica por
parte de las autoridad en materia de infraestructura y de replicar
el modelo de concesiones a otras áreas, debido a que el cese
de la construcción de autopistas dejará una gran brecha
en materia de oferta de empleo, financiamiento, entre otras cosas. Hasta
ahora, la apuesta del gobierno es reconcesionar y crear una cartera
de proyectos que pueden servir para disminuir el déficit de
infraestructura del país. Pero sin duda, todo pasa por una nueva
decisión estratégica, con una mirada a largo plazo, tal
como se hizo a principios de los noventa.
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