No
hay duda de que un sueño reparador hace bien para un cuerpo
que lo reclama diariamente, en el actual estilo de vida acelerado
y exigente.
Las bondades de un buen
dormir y sobre todo de un reposo extra tendría positivos efectos
sobre la memoria.
Investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad
de Harvard han demostrado que ciertos tipos de aprendizaje se favorecen
con una siesta breve.
Según el doctor Archibaldo Donoso,
neurólogo y Coordinador de la Clínica de la Memoria
del Hospital Clínico Universidad de Chile, los investigadores
estudiaron un aprendizaje procedural, la capacidad de aprender una
discriminación de texturas visuales; para adquirir esa habilidad
es necesario dormir normalmente, pero el sueño normal puede
ser reemplazado por una siesta de 60 a 90 minutos”.
Este trabajo, sostiene el especialista, complementa
investigaciones anteriores que señalaban que para adquirir
esta capacidad (que involucra una modificación del sistema
visual) eran necesarios tanto el sueño REM (sueño profundo,
acompañado de ensoñaciones) como un sueño no
REM. Esta habilidad tiende a perderse si no se entrena, y siestas
breves (10-20 min) pueden impedir esta pérdida.
El doctor Archibaldo Donoso señala que,
por otra parte, otros estudios han demostrado que una carencia parcial
de sueño produce defectos de atención y concentración,
que se recuperan con siestas breves.
El Departamento de Neurología y
Neurocirugía del Hospital Clínico Universidad de Chile,
cuenta con una Clínica de la Memoria para la atención
de los más diversos trastornos asociados a la memoria.
Con el respaldo de médicos neurólogos
y psicólogas, y otros profesionales, el Policlínico
dispone de los diagnósticos y tratamientos especializados,
acompañados de tecnología de vanguardia. Con estos elementos
el médico especialista puede llegar a un diagnóstico
preciso.
Muchas veces se tratará de fallas de memoria
por trastornos emocionales, cuyo tratamiento es relativamente sencillo.
En las personas jóvenes también es importante la sobreexigencia
laboral o académica. Si se concluye en una enfermedad de Alzheimer,
un deterioro cognitivo leve u otra patología cerebral, existen
los tratamientos clínicos y farmacológicos más
adecuados.