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El Norte de Santiago de Chile
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Agosto, 2008
Conocimos más de cerca a
Max Larraín Geisse
Además de un vecino destacado, candidato UDI a Concejal por Colina.
Max Larraín Foto:  Kiko Benítez
Max Larraín. Foto: Kiko Benítez.

Max Larraín, aunque nació en Santiago el 20 de junio de 1952 —sus padres vinieron específicamente a que su madre tuviera el niño acá, como muchas señoras que viven en el campo todavía lo hacen—, se considera oriundo de San Vicente de Tagua Tagua, donde su padre administraba un gran fundo y de donde eran también sus abuelos.

Hijo de Máximo Larraín Gandarillas y doña María Teresa Geisse Grove —descendiente de Marmaduke Grove—, Max fue el mayor de los 5 hermanos, que incluían, además, otro hombre y tres mujeres. Hizo el colegio en el Saint George de Santiago hasta primero humanidades, luego estuvo 2 años interno en el Liceo Alemán de Los Ángeles, zona a la que se fueron a vivir por el trabajo del papá en Estación El Arrayán, una detención del ferrocarril del Ramal Santa Fe - Santa Bárbara. En el Liceo Alemán lo pasó súper bien y es de donde tiene los mejores recuerdos escolares. De hecho, se reúnen los ex compañeros de ese curso que trabajan en la capital, a comer todos los últimos jueves de cada mes en un Club en Santiago.

Terminó los últimos tres años de Humanidades en el Colegio El Salvador de San Vicente de Tagua Tagua, donde también estuvo interno un año.

Es Ingeniero Agrónomo de la Universidad Católica y se considera absolutamente Huaso. Incluso antes de egresar comenzó a trabajar en Linares. En el intertanto, en diciembre del 76 se casaron con Verónica Aguirre, una bellísima chiquilla entre de Colina y de Los Ángeles, pero también nacida en Santiago, a la que conocía desde niños y con la que pololeaba.

Max y Verónica Foto archivo de la familia
Max y Verónica, bailando el día de su matrimonio en Colina. Foto: albúm familiar

Después estuvo trabajando unos meses en San Felipe, Vª Región, en un instituto de capacitación de la Reforma Agraria, donde capacitaban a los pequeños agricultores que recién recibían sus parcelas, pero era "demasiada camioneta", reconoce él, cuando lo suyo era el campo-campo, "metido en el barro, en las patas de los caballos, trabajando con mucha gente", por lo que se fue a trabajar en La Rosa Sofruco, en Peumo, con el patriarca de la fruticultura, don Recaredo Ossa Undurraga, con el que trabajó directamente al igual que con su hijo Recaredo Ossa Errázuriz.

Viviendo ahí con Verónica, en Peumo, en el campo, nació el primer hijo: Max. De esas suertes de la vida, apareció un agrónomo al que conocía mucho porque también era de San Vicente, a entrevistar a otro colega que trabajaba también en La Rosa, y resultó que buscaba a alguien para llevárselo a un trabajo en Colina.

La opción para ellos era fantástica ya que Verónica era de toda la vida en Colina, su familia tenía campo acá y, en fin, habían pololeado y se habían casado acá. Hicieron el cambio con el compañero que prefería quedarse allá y el año 79 vinieron a afincarse definitivamente.

Max Larraín Foto:  Kiko Benítez
Max Larraín. Foto: Kiko Benítez.

Llegaron a un campo en San Miguel, lleno de zarzamora, canales, malezas, con hortalizas sembradas al lote, de forma muy repartida, así que empezó a limpiar como se pudo con la tarea de plantar al menos 60 hectáreas el primer año, llegando a ser una de las primeras instalaciones en Chile de riego por goteo diseñada, además, por ingenieros chilenos.

Ahí estuvo a cargo hasta abril del año pasado, habiendo trabajado para dos propietarios, cuando fue despedido aún estando enyesado, después de sufrir un grave accidente —una caída de escalas en agosto del 2006— que le costó milagrosamente sólo la pérdida de la visión de un ojo —se supuso inicialmente que quedaría ciego por una herida profunda con el cristal roto de los anteojos, que cortaron el nervio óptico— y algunas fracturas graves.

El retiro del fundo que vio nacer a 4 de sus hijos y que se formó en el servicio a la comunidad y a sus trabajadores, le dio mucha pena y tristeza: "No tuve la oportunidad de despedirme de todos ellos y agradecerles su compañía y colaboración", dice.

Con gran tenacidad y el apoyo familiar pudo recuperarse de las secuelas y reintegrarse a la vida laboral. Hoy está a cargo de la Oficina Agrícola de la Municipalidad de Colina, donde ha desarrollado una interesante labor de difusión de la agricultura orgánica en campos y jardines y de preparación a los jardineros de la comuna para que profesionalicen sus servicios, además del apoyo a los agricultores tradicionales tanto en los períodos de heladas y nieve como de sequía que se han vivido en las últimas temporadas. Se declara muy preocupado del medio ambiente, de mantener el entorno tradicional de la comuna, como también crear un crecimiento orgánico con las inmobiliarias para no perder el vinculo "de lo que es nuestro".

Max y Verónica en familia. Foto archivo de la familia
Max y Verónica en familia. Foto: albúm familiar

Es amante de todos los deportes relacionados con los caballos, en especial los huasos, pero con la excepción del Polo —lo único que "no ha hecho arriba de un caballo"—. No lo ha jugado nunca por ninguna razón en especial, sólo por la falta de oportunidad, a pesar de sus primos en San Vicente que tienen un equipo famoso y macanudo. Equitador por sangre, descendiente directo del General Prieto, su abuelo fue el primer Maestro de Equitación del Ejército de Chile, titulado en Hanóver, quién donó la patente de su silla de salto al Ejército: la "Silla Larraín". Max, además, es especialmente fanático de los paseos a caballo a las cordilleras colinanas.

Con Verónica Aguirre, a pesar de que las familias se conocían de siempre —incluso Max todavía en la cuna había estado en brazos del que sería su futuro suegro cuando éste todavía estaba soltero—, no fue sino hasta algunos años después en Los Angeles, cuando él tenía 14 y ella varios menos, que sus primos hablaban de esta famosa Verónica Aguirre, "tan estupenda, de la que estaban todos muy enamorados". Ahí la vio por primera vez y fue al segundo encuentro en un rodeo en Santa Bárbara, cuando era ella la que tenía catorce, que se vino el pololeo.

Tienen 5 hijos: Máximo, Tomás, Pedro, Martín y María Magadalena. Todos pasaron por “La Cabaña del Tío Tom” y otros jardines de Colina. Después los cuatro mayores, hombres, fueron al Colegio San Benito, y Magdalena, la menor, al San Anselmo. Max, el mayor de los hijos es agrónomo, está casado con una agrónoma y paisajista. Viven en Chicureo y tienen a la “Sofia”, la primera nieta.

Verónica Aguirre, por su parte, se vinculó con la educación al formar el jardín infantil “Acuarela” en La Copa, en Colina, y luego otro junto a un policlínico para las trabajadoras en el campo. Finalmente en el año 96 fundó el Jardín Infantil Chicureo, desde el que nació, a petición de los apoderados, el colegio San José de Chicureo.

Max Larraín con su esposa Verónica Aguirre
Max Larraín con su esposa Verónica Aguirre. Foto: Kiko Benítez.

Ambos establecimientos son uno sólo y actualmente dependen de los Padres de Schoenstatt, pero Verónica sigue ligada a ellos de diferentes maneras, incluso administrativas, al igual que Max, que pertenece a su Directorio.

Max Larraín se afilió recientemente al Partido Unión Demócrata Independiente “UDI”. Ha tenido siempre una gran inclinación por el servicio público, lo que lo llevó incluso a trabajar durante el periodo como Ministro de Agricultura de Jorge Prado, en los Grupos de Transferencia Tecnológica, formando el de Colina.

Para estas elecciones acogió la invitación a presentarse como Candidato a Concejal formulada por su nuevo partido y por el mismo Alcalde Olavarría, consciente de que puede ser un gran aporte, pero también, luego de meditarlo muy seriamente, consultarlo con su esposa Verónica y la familia, además de sus compañeros del grupo de Schoenstatt en el que participan y promueven activamente.


Firma de Kiko Benítez S.
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