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Alejandra
Bravo en la puerta de la casa de sus padres, en calle
Esmeralda de Esmeralda. |
Aunque
sus padres vivían en Chacabuco, en el fundo Los Talaveras
de propiedad de un tío y que administraba su padre, Alejandra
María Bravo Hidalgo nació en un hospital
en Santiago el 6 de noviembre de 1964.
Después de Chacabuco
vivieron en El Colorado hasta que su abuela materna enfermó,
por lo que a sus seis años se trasladaron a vivir
para siempre en Esmeralda, a una casa contigua a la actual,
todas en
un terreno de su abuelo paterno.
Se
considera de toda la vida de Esmeralda y por su fecha de
nacimiento se reconoce como muy de Escorpión por lo
que, cuando se siente sitiada, se aleja a leer, mucho, por
ejemplo
a
Paulo Coelho
que le
gusta harto, especialmente por sus contenidos bíblicos.
Ella
misma es muy católica y proviene de una familia
muy católica,
en especial su mamá que desde muy niñitos
les fue inculcando esta condición para superar muchos
temas que tuvieron como familia de esfuerzo: el pilar fundamental
fue la fe
en Dios, como lo es hasta el día de hoy, indica.
Reconoce
haber pecado —como todos, aclara rápidamente—,
y que le ha costado arrepentirse en algunos casos. El más
grave, para ella, es la soberbia, un pecado fuerte que
además
produce mucho daño interno, por lo que trabaja
mucho el tema,
tratando de asumir que no siempre se puede ser ganadora,
porque le gusta ser ganadora. Sin embargo —dice—, este
no es su peor defecto: ser buena para hablar y escuchar
poco,
sí lo
es.
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La
casa familiar en Esmeralda. |
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Fotos de
los hermanos en la casa familiar. Alejandra al centro. |
Es
la
hermana del medio de tres: su hermano mayor, José Manuel,
vive en Los Andes, casado con dos hijos y su hermana menor,
Marcela, que vive en Chicureo desde que se
casó y que ahora espera su quinto hijo. Con ambos
hermanos tiene una diferencia de dos años.
De
niña estuvo hasta cuarto básico en la escuelita
de Esmeralda, entonces una casona de campo en los terrenos
de los
Musiate,
los
que
iniciaron los transportes de pasajeros entre Santiago y
Colina. De ahí la mamá los trasladó a la escuela de Peldehue,
más
vinculada al campo militar y más disciplinada,
donde estuvo hasta octavo.
Como
Alejandra era una niña muy tímida, la mamá tomó la
decisión
de mandarla al Colegio en Santiago, donde iba a tener que
aprender a defenderse, a tener una mayor personalidad,
e ir sola en bus. La inscribieron junto con su hermana
en un colegio mixto como los actuales particulares subvencionados —al
hermano lo matricularon en el Valentín
Letelier—, y
lo más traumático resultó que la mamá la
había enseñado
a cruzar la calle por el semáforo, en la esquina,
y al llegar al colegio todos sus compañeros que
cruzaban directamente por el centro de la cuadra, la miraban
llegar hasta el semáforo
y le gritaban "¡huasa, huasa...!".
Aunque,
según ella, hoy día lo recuerda con mucho
cariño, queda
claro que no lo pasó muy bien a sus quince años
en el colegio como "la huasita
de Colina". Fue una bonita época pero en la
que debió sobreponerse, a como fuera,
a la timidez.
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Alejandra
Bravo en el jardín de la casa familiar. |
Ahora,
a sus cuarenta y tantos, entiende que más que timidez,
como era la más regalona del papá, fue
una cuestión de que le concedían tanto:
"sus caprichitos y todo". Pero también
era para la familia una niña bien admirada, porque
era bastante dueña de casa
ya de chiquita.
Después
de cuarto medio, como su familia tenía una situación
económica
"bastante complicada", la mamá, súper
práctica,
decidió buscar lo mejor en institutos técnicos
porque las niñas tenían que terminar lo más
pronto su educación. Debatieron
entre el Duoc y el Inacap, y finalmente ella eligió Secretariado
Ejecutivo en este último, en vez de Administración
de Empresas o las otras típicas carreras técnicas,
y está segura que
fue la mejor decisión: la enseñaron a ser
muy ejecutiva, a organizarse y manejar bien los tiempos,
a tomar, como ejecutiva, decisiones
que no requieren de la presencia de un jefe.
Aprovechó
también de estudiar inglés, lo que le resultó súper
provechoso después, sobre todo en su época
en la directiva de la Democracia Cristiana, junto a Adolfo
Zaldívar, Patricio Rojas,
Rafael Moreno, Alejandra Krauss, en que la privilegiaron
a ella con las invitaciones de viajes, ya que no había
viajado antes. Así estuvo en Estados Unidos visitando
diferentes estados, España y el país Vasco,
Francia e Inglaterra.
Una
de las cosas que más la impresionaron de Estados
Unidos fue que "los gringos, a diferencia nuestra
no se fijan en el quién eres sino en qué
haces". Esto en Chile es lo que fomenta las grandes
diferencias de clase social.
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Arriba,
el jardín de entrada y abajo, el comedor "de
afuera", de la casa familiar. |
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Le preguntamos sobre su vida emocional,
si había tenido grandes amores... o grandes decepciones.
Si había sido siempre soltera o...
Rápidamente nos aclaró que
sólo había tenido grandes amores, nunca decepciones —"he
tenido buena suerte en eso", asegura— y que no
se casará nunca,
aunque vive en pareja. Reconoce haber sido muy feliz en este
aspecto.
Con Enzo Olivares llevan nueve años
juntos, vivían en la Villa Cumbres Blancas de Colina y "gracias
a dios, él no es un político", reconoce
Alejandra. El es Ingeniero Comercial con un Magíster
en la Universidad de Chile en Economía y Finanzas,
y es un pequeño empresario. Heredó de su padre —dueño
de los supermercados Ibiza—, terrenos en Recoleta y
Colina, donde desarrolló el negocio ferretero que
hoy le conocemos. Ella lo define como un hombre de centro-derecha,
con mucha sensibilidad social, muy cercano a ella.
Enzo tiene tres hermanos y una hermana,
además una hija de 10 años que vive con la
mamá, a la que él ve todos los días.
Forman un grupo amplio, al punto que hace poco fueron, aunque
sin los hijos, todos juntos a Machupichu.
A Alejandra Bravo la
cuestión política la interesó estando
en el Inacap a raíz
del cambio de rector, un jesuita que mantenía una
relación
espectacular con los jóvenes, que fue reemplazado
por un militar en retiro con el que no se llevó bien,
cuestión
que la llevó a desear vivir en un país en
el que las autoridades no
fueran
impuestas:
quería elegir sus gobernantes. Aunque
su familia era de centro-derecha, con algunos de derecha-derecha,
su mamá era simpatizante de la Democracia Cristiana
y le había contado sobre Eduardo Frei Montalba y
su impacto en el modelo económico del país
en su época (la Revolución
en Libertad). Entonces habló con una amiga de cómo
incorporarse a un partido político pero sin irse
a la izquierda. Esta amiga le contó sobre Ricardo
Lagos y la organización
del Partido por la Democracia, PPD, "pero hay
un loco"
—le dijo la amiga— "que es hermano
de Andrés Zaldívar,
uno que es colorín, que se llama Adolfo, que
está proponiendo
inscribir la Democracia Cristiana..."
Obtuvo
la información de cómo contactarse con ellos
que todavía
trabajaban de manera medio clandestina en el centro de
Santiago. Les explicó que quería participar.
Le preguntaron de dónde era —de Colina—,
y si había hablado con sus padres,
a lo que ella contestó que, aunque era mayor de
edad, ellos no podían saber, que como eran familia
de campo, lo de la mayoría de edad no funcionaba:
si vivías en la casa
tenías que respetar.
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Alejandra
Bravo. |
Conoció
a Adolfo Zaldívar el que le explicó que ellos querían evitar
la polarización que iba a producir Lagos entre la
izquierda y la derecha con el plebiscito, y así se hizo
cargo de las inscripciones del partido en Colina. Al momento
del plebiscito ella era la Presidenta de la Juventud Democratacristiana
local, época en el que el Coronel José Zara estaba en Peldehue,
y que le mandaba recados, para "amedrentarla" —dice Alejandra—,
con un joven oficial, bastante querido por la gente y que
había organizado en El Colorado una agrupación de ayuda
a los adultos mayores, que luego murió en un accidente
en el puente Colina, entre Pascua
y Año
Nuevo
después del
triunfo del "No".
Siempre en contacto con Zaldívar, luego
de asumir Aylwin como Presidente de la República,
Alejandra se alejó un
poco de la cosa política y trató en la empresa
privada, formando una Agrícola
con el papá y su hermano, en la que apostaron todos
sus bienes y en la que les fue muy mal, conociendo en carne
propia las
dificultades que puede vivir un empresario cuando "cae
en desgracia".
Como la DC zonal también se había
dormido un tanto en este período ella decide "despertarla" y
llega como Presidente comunal, ahora de los adultos, a ser
candidata a
Concejal para obtener la tercera mayoría cuando Mario
Olavarría
asume como Alcalde.
Como fue muy cercana a Sarko Luksic, antes
de tomar una decisión sobre ella misma, le preguntó si él
iba como candidato a Alcalde en Colina, en esta elección.
Su negativa le dejó
la vía libre cuando aún era DC. Hoy encuentra
que su nuevo partido, el PRI, abre un gran espacio en
la política
chilena,
que
encuentra
desgastada
por
la derecha
e izquierda que mantienen artificialmente vivos —no
sólo
en la memoria— a Allende y Pinochet.
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