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El Norte de Santiago de Chile
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Septiembre, 2008
Fotos: Kiko Benítez.
Conocimos más de cerca a
Alejandra Bravo

Vecina de Esmeralda. Después de Vicepresidenta de la DC y miembro del Concejo Municipal, es candidata por el PRI a la Alcaldía de Colina.
Alejandra Bravo en la puerta de la casa de sus padres. Foto: Kiko Benítez.
Alejandra Bravo en la puerta de la casa de sus padres, en calle Esmeralda de Esmeralda.

Aunque sus padres vivían en Chacabuco, en el fundo Los Talaveras de propiedad de un tío y que administraba su padre, Alejandra María Bravo Hidalgo nació en un hospital en Santiago el 6 de noviembre de 1964.

Después de Chacabuco vivieron en El Colorado hasta que su abuela materna enfermó, por lo que a sus seis años se trasladaron a vivir para siempre en Esmeralda, a una casa contigua a la actual, todas en un terreno de su abuelo paterno.

Se considera de toda la vida de Esmeralda y por su fecha de nacimiento se reconoce como muy de Escorpión por lo que, cuando se siente sitiada, se aleja a leer, mucho, por ejemplo a Paulo Coelho que le gusta harto, especialmente por sus contenidos bíblicos.

Ella misma es muy católica y proviene de una familia muy católica, en especial su mamá que desde muy niñitos les fue inculcando esta condición para superar muchos temas que tuvieron como familia de esfuerzo: el pilar fundamental fue la fe en Dios, como lo es hasta el día de hoy, indica.

Reconoce haber pecado —como todos, aclara rápidamente—, y que le ha costado arrepentirse en algunos casos. El más grave, para ella, es la soberbia, un pecado fuerte que además produce mucho daño interno, por lo que trabaja mucho el tema, tratando de asumir que no siempre se puede ser ganadora, porque le gusta ser ganadora. Sin embargo —dice—, este no es su peor defecto: ser buena para hablar y escuchar poco, sí lo es.

La casa familiar en Esmeralda. Foto: Kiko Benítez.
La casa familiar en Esmeralda.
Fotos de los hermanos en la casa familiar. Alejandra al centro.
Fotos de los hermanos en la casa familiar. Alejandra al centro.

Es la hermana del medio de tres: su hermano mayor, José Manuel, vive en Los Andes, casado con dos hijos y su hermana menor, Marcela, que vive en Chicureo desde que se casó y que ahora espera su quinto hijo. Con ambos hermanos tiene una diferencia de dos años.

De niña estuvo hasta cuarto básico en la escuelita de Esmeralda, entonces una casona de campo en los terrenos de los Musiate, los que iniciaron los transportes de pasajeros entre Santiago y Colina. De ahí la mamá los trasladó a la escuela de Peldehue, más vinculada al campo militar y más disciplinada, donde estuvo hasta octavo.

Como Alejandra era una niña muy tímida, la mamá tomó la decisión de mandarla al Colegio en Santiago, donde iba a tener que aprender a defenderse, a tener una mayor personalidad, e ir sola en bus. La inscribieron junto con su hermana en un colegio mixto como los actuales particulares subvencionados —al hermano lo matricularon en el Valentín Letelier—, y lo más traumático resultó que la mamá la había enseñado a cruzar la calle por el semáforo, en la esquina, y al llegar al colegio todos sus compañeros que cruzaban directamente por el centro de la cuadra, la miraban llegar hasta el semáforo y le gritaban "¡huasa, huasa...!".

Aunque, según ella, hoy día lo recuerda con mucho cariño, queda claro que no lo pasó muy bien a sus quince años en el colegio como "la huasita de Colina". Fue una bonita época pero en la que debió sobreponerse, a como fuera, a la timidez.

Alejandra Bravo. Foto: Kiko Benítez.
Alejandra Bravo en el jardín de la casa familiar.

Ahora, a sus cuarenta y tantos, entiende que más que timidez, como era la más regalona del papá, fue una cuestión de que le concedían tanto: "sus caprichitos y todo". Pero también era para la familia una niña bien admirada, porque era bastante dueña de casa ya de chiquita.

Después de cuarto medio, como su familia tenía una situación económica "bastante complicada", la mamá, súper práctica, decidió buscar lo mejor en institutos técnicos porque las niñas tenían que terminar lo más pronto su educación. Debatieron entre el Duoc y el Inacap, y finalmente ella eligió Secretariado Ejecutivo en este último, en vez de Administración de Empresas o las otras típicas carreras técnicas, y está segura que fue la mejor decisión: la enseñaron a ser muy ejecutiva, a organizarse y manejar bien los tiempos, a tomar, como ejecutiva, decisiones que no requieren de la presencia de un jefe.

Aprovechó también de estudiar inglés, lo que le resultó súper provechoso después, sobre todo en su época en la directiva de la Democracia Cristiana, junto a Adolfo Zaldívar, Patricio Rojas, Rafael Moreno, Alejandra Krauss, en que la privilegiaron a ella con las invitaciones de viajes, ya que no había viajado antes. Así estuvo en Estados Unidos visitando diferentes estados, España y el país Vasco, Francia e Inglaterra.

Una de las cosas que más la impresionaron de Estados Unidos fue que "los gringos, a diferencia nuestra no se fijan en el quién eres sino en qué haces". Esto en Chile es lo que fomenta las grandes diferencias de clase social.

El comedor "de afuera", de la casa familiar. Foto: Kiko Benítez.
Arriba, el jardín de entrada y abajo, el comedor "de afuera", de la casa familiar.
El comedor "de afuera", de la casa familiar. Foto: Kiko Benítez.

Le preguntamos sobre su vida emocional, si había tenido grandes amores... o grandes decepciones. Si había sido siempre soltera o...

Rápidamente nos aclaró que sólo había tenido grandes amores, nunca decepciones —"he tenido buena suerte en eso", asegura— y que no se casará nunca, aunque vive en pareja. Reconoce haber sido muy feliz en este aspecto.

Con Enzo Olivares llevan nueve años juntos, vivían en la Villa Cumbres Blancas de Colina y "gracias a dios, él no es un político", reconoce Alejandra. El es Ingeniero Comercial con un Magíster en la Universidad de Chile en Economía y Finanzas, y es un pequeño empresario. Heredó de su padre —dueño de los supermercados Ibiza—, terrenos en Recoleta y Colina, donde desarrolló el negocio ferretero que hoy le conocemos. Ella lo define como un hombre de centro-derecha, con mucha sensibilidad social, muy cercano a ella.

Enzo tiene tres hermanos y una hermana, además una hija de 10 años que vive con la mamá, a la que él ve todos los días. Forman un grupo amplio, al punto que hace poco fueron, aunque sin los hijos, todos juntos a Machupichu.

A Alejandra Bravo la cuestión política la interesó estando en el Inacap a raíz del cambio de rector, un jesuita que mantenía una relación espectacular con los jóvenes, que fue reemplazado por un militar en retiro con el que no se llevó bien, cuestión que la llevó a desear vivir en un país en el que las autoridades no fueran impuestas: quería elegir sus gobernantes.

Aunque su familia era de centro-derecha, con algunos de derecha-derecha, su mamá era simpatizante de la Democracia Cristiana y le había contado sobre Eduardo Frei Montalba y su impacto en el modelo económico del país en su época (la Revolución en Libertad). Entonces habló con una amiga de cómo incorporarse a un partido político pero sin irse a la izquierda. Esta amiga le contó sobre Ricardo Lagos y la organización del Partido por la Democracia, PPD, "pero hay un loco" —le dijo la amiga— "que es hermano de Andrés Zaldívar, uno que es colorín, que se llama Adolfo, que está proponiendo inscribir la Democracia Cristiana..."

Obtuvo la información de cómo contactarse con ellos que todavía trabajaban de manera medio clandestina en el centro de Santiago. Les explicó que quería participar. Le preguntaron de dónde era —de Colina—, y si había hablado con sus padres, a lo que ella contestó que, aunque era mayor de edad, ellos no podían saber, que como eran familia de campo, lo de la mayoría de edad no funcionaba: si vivías en la casa tenías que respetar.

Alejandra Bravo. Foto: Kiko Benítez.
Alejandra Bravo.

Conoció a Adolfo Zaldívar el que le explicó que ellos querían evitar la polarización que iba a producir Lagos entre la izquierda y la derecha con el plebiscito, y así se hizo cargo de las inscripciones del partido en Colina. Al momento del plebiscito ella era la Presidenta de la Juventud Democratacristiana local, época en el que el Coronel José Zara estaba en Peldehue, y que le mandaba recados, para "amedrentarla" —dice Alejandra—, con un joven oficial, bastante querido por la gente y que había organizado en El Colorado una agrupación de ayuda a los adultos mayores, que luego murió en un accidente en el puente Colina, entre Pascua y Año Nuevo después del triunfo del "No".

Siempre en contacto con Zaldívar, luego de asumir Aylwin como Presidente de la República, Alejandra se alejó un poco de la cosa política y trató en la empresa privada, formando una Agrícola con el papá y su hermano, en la que apostaron todos sus bienes y en la que les fue muy mal, conociendo en carne propia las dificultades que puede vivir un empresario cuando "cae en desgracia".

Como la DC zonal también se había dormido un tanto en este período ella decide "despertarla" y llega como Presidente comunal, ahora de los adultos, a ser candidata a Concejal para obtener la tercera mayoría cuando Mario Olavarría asume como Alcalde.

Como fue muy cercana a Sarko Luksic, antes de tomar una decisión sobre ella misma, le preguntó si él iba como candidato a Alcalde en Colina, en esta elección. Su negativa le dejó la vía libre cuando aún era DC. Hoy encuentra que su nuevo partido, el PRI, abre un gran espacio en la política chilena, que encuentra desgastada por la derecha e izquierda que mantienen artificialmente vivos —no sólo en la memoria— a Allende y Pinochet.


Firma de Kiko Benítez S.
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