En un entorno
de fuerte efervescencia por peajes y restricciones vehiculares, en el
que la palabra demagogia se escucha con frecuencia creciente, no podemos
dejar de reflexionar sobre una de las posibles causas de este ingrato
ambiente nacional.
El origen
de la República está en la Constitución y encontramos,
en el primer artículo de su Capítulo inicial, que es deber
del Estado asegurar algo tan obscuro e incomprendido como lo es "la
igualdad de oportunidades". Los juristas y gobernantes parecieran
entender esta oración como un adorno que le otorga sabor literario
y ético al documento, soslayando que es un mandato primero y
fundamental que obliga a cada Gobierno como Administrador del Estado.
La palabra
"Oportunidad" es una que todos comprendemos intuitivamente,
pero en el espacio del Derecho y su filosofía, la palabra tiene
un único significado al que debe someterse el gobernante: "sazón,
coyuntura, conveniencia de tiempo y lugar".
El deporte,
en especial el Atletismo, ilustra claramente el significado de "la
igualdad de conveniencia de tiempo y lugar": todos en el mismo
punto de partida y en el mismo instante, bajo una rigurosidad de mili-milímetros
y milésimas de segundo. Sin la igualdad de oportunidades el deporte
carecería absolutamente de sentido y a partir de la desigualdad
se acuña el concepto de hacer trampa.
La igualdad
de oportunidades, inequívocamente, hace referencia a tiempo y
lugar concretos, no figurados. Sin embargo, pareciera haber una percepción
errada del concepto, asimilándolo a "igualdad de resultados",
esto es, una mayor preocupación por el que todos lleguen simultáneamente
a la meta, en vez de asegurar una partida justa, para lo cual la Constitución
debería ser modificada para reemplazar "oportunidades"
por "resultados".
En su esencia,
la "igualdad de oportunidades" busca fomentar el desarrollo,
destacar al que sobresale, de manera de aceptarlo como ejemplo y guía,
lo que se contrapone con la idiosincrasia de muchos en Chile.
El actual
Presidente de la República, mientras fue Ministro de Obras Públicas,
dio curso a proyectos de concesiones de origen privado que distribuyeron
un sinnúmero de Plazas de Peaje, las que, amparándose
en el Bien Común, no consideraron si quedaba asegurado al usuario
corriente una oportunidad de desplazamiento y desarrollo equitativa
con la de los demás. Una asombrosa muestra de ello es la Carretera
Los Libertadores, cuyo diseño adolece de tal número de
errores que los afectados vemos seriamente impedido nuestro derecho
a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional.
En la totalidad
del país, se aplica el cobro de peaje en forma similar a la de
una entrada a un espectáculo: con el pago se obtiene la facultad
de gozar una carretera en toda su longitud contratada. El que paga el
mismo monto para utilizar una porción pequeña de carretera,
que aquel que la utiliza en su totalidad, queda en abierta desventaja.
La etimología de oportunidad corresponde a ob portare, por llevar,
indicando que la "igualdad de oportunidades" es análoga
a la "igualdad de carga, obligaciones". El que paga por una
menor longitud lo mismo que otro por una mayor, resulta más obligado,
perjudicado.
Esta situación
no es equitativa, la oportunidad no es la misma, no se apega al espíritu
del Constituyente ni a lo que los demás ciudadanos esperamos
de la República. Es la razón por la que la mayoría
de los países cobran en forma proporcional al desplazamiento
de sus ciudadanos y el porqué nos produce esta molestia tan profunda.
La búsqueda
fácil del Bien Común no puede sobrepasar la Constitución,
ni reducir las oportunidades de algunos sectores de la Nación.
La Constitución dice lo que dice y mientras lo diga debe ser
acatada por cualquier Gobierno. Estamos viviendo en medio de una dialéctica
del "vamos a hacer - porque hemos sido" que permite jugar
ping-pong eternamente entre el pasado y el futuro, evitando la urgencia
de soluciones inteligentes para el presente, y fundamentando las decisiones
con herramientas tan poco científicas como encuestas populares
sin ningún control ni respaldo. El restringir nunca ha sido solución,
sólo causa de rebelión.
Asimismo,
la "igualdad de oportunidades" tiene carácter atemporal
y no puede manejarse a antojo gubernamental en el tiempo. Es lo que
se llama el "rayado de cancha". La restricción vehicular,
amparada también en el Bien Común, actúa como un
"Estado de Excepción" al suspender algunos derechos,
dejando, por ejemplo, a algunos automovilistas que viven en los aledaños
de Santiago sin ningún transporte a su lugar de trabajo u obligando
a otros a prolongar imprevista y desmedidamente su tiempo de movilización.
Aquí, el derecho a la misma conveniencia de tiempo y lugar -oportunidad-,
queda suspendido.
Son infinitos
los argumentos que se pueden desplegar en torno a un punto constitucional
de tan poca importancia aparente, aunque la situación es a la
inversa: el deber del Estado y su Gobierno por asegurar esta igualdad,
es prioritario a cualquier otro deber.
Juan
Enrique Benítez S.
Maestro Web www.chicureo.com