Señora
Adriana Hoffmann
Directora Conama,

Presente.
Miércoles, 17 de mayo de 2000
Asunto: El futuro bosque de Chicureo en riesgo.

Estimada señora Hoffmann:

Tuvimos contacto hace algunos años, 1990 o '91, cuando inicié la difusión de los huertos orgánicos en los jardines de Santiago con el apoyo significativo de "Margarita Flores". El huerto ha sido un pequeño triunfo -ya no es "de rotos"-, y cada día se consolida más en la cultura jardinera santiaguina.

Simultáneamente con la difusión del Huerto comenzamos la "colonización" de Chicureo, con la esperanza cierta de que sus llanos arados, sin vida ni árboles, a través de una adecuada urbanización y campaña de difusión, revitalizaran una naturaleza destruida, dando espacio a que se generara un pulmón para Santiago. Ha sido un agrado ver cómo, aunque lentamente, están regresando las codornices, culebras, insectos como la Araña Tigre y tantos otros.

Con sus numerosas parcelaciones de 5.000 m2, y sin considerar las próximas Zoduc, Chicureo debería haber proporcionado a la Región Metropolitana más de 6 millones de árboles -árboles que hoy simplemente no existen-, enfrentando eficazmente la contaminación aérea del sector Norte, sin ninguna inversión por parte del Estado, y sólo como la consecuencia inevitable de la construcción de jardines y parques.

Las posibilidades de ocupación y desarrollo de esta zona, hasta hace muy poco considerada como de un "Boom", se ven seriamente amenazadas por una política que prioriza de manera equivocada el éxito económico de los Licitantes de la Carretera Santiago/Colina/Los Andes, por sobre la demanda de bienes raíces.

No parece haber un estudio de impacto ambiental adecuado.


El actual proyecto interrumpe intencionalmente en una longitud de mil quinientos metros -una pequeñez en el total de la obra- una de las dos calles de servicio, las vías alternativas a las pagadas, dejando sólo la más trabada y larga, de manera de forzar la utilización de la Carretera y la cancelación del peaje. Con esto Chicureo quedaría reservado sólo para los más acaudalados, que son muy pocos.

El negocio, en todo sentido, es simplemente malo para la nación: es obvio que a un mayor número de habitantes en su cercanía, mayor será la utilización de una carretera licitada y, por otra parte, devuelve a la naturaleza un territorio enorme, actualmente azolado por la agricultura química.

Creemos que resulta urgente un análisis medioambiental de esta situación.

Con un saludo muy cordial,

Juan Enrique Benítez